¡Aquel café batido!
¡Aquel café batido! como halago,
inesperado halago,entre gemidos.
¡Aquel café cortado! ¿Dónde han ido
las pequeñas caricias invisibles?
¿Las esperanzas de un mañana alado,
en qué lado de mí se han escondido?
El círculo se cierra. Qué sencillo
parece y, sin emabargo, que poco
tiempo queda, si anochece.
Qué poco tiempo, para no encontrarse.
Qué poco tiempo, para no dolerse
de todo lo gozado.
Qué poco tiempo, para distanciarse,
para desgravitarse y diluirse.
Qué poco tiempo, para redimirse.
Qué poco tiempo, para despojarse;
para reconocerse desde fuera;
para seguir giarando, sin sentido,
la cucharilla del café batido
que nos pueda aliviar de tanta pena.
Alonso Cordel
0 comentarios