TRES GIRÁNDULAS
I
Cuando
el tiempo
se oculta y
desaparece,
el pasado es humo.
Llega la oscuridad,
y el futuro no existe,
cuando nada hay que contar.
Dialogamos con nosotros mismos
para no respondernos ni avanzar.
¡Cuantos pluriuniversos para nada!
¡Cuanta energía sin utilidad!
¡Cuanto instante para el infinito!
¿Qué sabéis de la eternidad?
¿Conoceis lo que os rodea?
¿Y de la muerte qué?
"Sombras nada más",
dijo el poeta
y bailó
un tango.
¿Sólo?
II
Sólo
un guiño
me bastaba
para soñar;
sólo una mirada
un poco mantenida.
Tres minutos, sólo tres
me llevaban hacia el amor
en un tango... -o, tal vez, en dos...-,
y, sin embargo, eran suficientes.
¡Cuanta felicidad acumulada!
"¿Quien nos pone la música?", deciamos,
y detenidamente mirábamos
a las parejas que bailaban.
Las cortinas musicales
marcaban el momento.
No me hacía ilusiones.
Nada esperaba.
Pero ella
estaba
siempre.
III
Ella
bailaba
persiguiéndome.
Si yo paraba,
ella lo hacía.
Cuando yo caminaba
también caminaba ella.
Giros, voleos y adornos.
Pero sobre todo, los abrazos.
La música del tango nos unía
y el cariño aumentaba a cada paso.
Se iban amontonando sensaciones,
y un simple baile se transformaba
en arte. Luego, en un viaje
hacia lo desconocido.
Después, en un mensaje
mágico y secreto,
-casi en un beso-.
Y por último,
en nada:
sueños.
0 comentarios