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Alonso Cordel

TRES GIRÁNDULAS

I

Cuando

el tiempo

se oculta y 

desaparece,

el pasado es humo.

Llega la oscuridad,

y el futuro no existe,

cuando nada hay que contar.

Dialogamos con nosotros mismos

para no respondernos ni avanzar.

¡Cuantos pluriuniversos para nada!

¡Cuanta energía sin utilidad!

¡Cuanto instante para el infinito!

¿Qué sabéis de la eternidad?

¿Conoceis lo que os rodea?

¿Y de la muerte qué?

"Sombras nada más",

dijo el poeta

y bailó

un tango.

¿Sólo?

 

II

 

Sólo

un guiño

me bastaba

para soñar;

sólo una mirada

un poco mantenida.

Tres minutos, sólo tres

me llevaban hacia el amor

en un tango... -o, tal vez, en dos...-,

y, sin embargo, eran suficientes.

¡Cuanta felicidad acumulada!

"¿Quien nos pone la música?", deciamos,

y detenidamente mirábamos

a las parejas que bailaban.

Las cortinas musicales

marcaban el momento.

No me hacía ilusiones.

Nada esperaba.

Pero ella

estaba

siempre.

 

III

 

Ella

bailaba

persiguiéndome.

Si yo paraba,

ella lo hacía.

Cuando yo caminaba

también caminaba ella.

Giros, voleos y adornos.

Pero sobre todo, los abrazos.

La música del tango nos unía

y el cariño aumentaba a cada paso.

Se iban amontonando sensaciones,

y un simple baile se transformaba

en arte. Luego, en un viaje

hacia lo desconocido.

Después, en un mensaje

mágico y secreto,

-casi en un beso-.

Y por último,

en nada:

sueños.


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